O Babelia do último sábado, suplemento de estimação,
trouxe-nos um excelente texto de Daniel Innerarity sobre a transformação do
saber e a sua adulteração que os últimos tempos têm trazido à Universidade,
sobretudo às mais frágeis, ou seja as que são tributárias de financiamentos
utilitaristas.
Innerarity é um intelectual basco ao qual cheguei
através de uma obra O Novo Espaço Público
(edição Teorema), tema fundamental e caro a este blogue.
As palavras de Innerarity sobre a Universidade vêm
no tempo certo e aplicam-se como uma luva ao ensino da economia. Deixo um excerto
em castelhano para uma melhor contextualização:
“(…) El valor
del saber que la Universidad está obligada a representar no es el del
almacenamiento, la competencia o la utilidad inmediata. Cuando sostenemos que
la Universidad es un espacio en el que hay docencia e investigación no estamos
aludiendo a dos actividades que deban realizarse al mismo tiempo sino a la
naturaleza del saber que se cultiva en la Universidad; que uno enseña lo que
investiga e investiga lo que enseña quiere decir que nos interesa aquella
dimensión del saber que lo tiene como algo provisional, revisable, discutible,
sujeto a crítica; de alguna manera nos dedicamos a enseñar lo que no sabemos.
Para el saber asegurado están otras academias de noble oficio.
La Universidad
es el lugar de la problematización del saber, donde el saber es continuamente
revisado y convertido en objeto de reflexión. Este tipo de saber no se puede
producir donde no hay una cierta libertad frente a la utilidad, el imperativo
de la relevancia para la praxis, la cercanía social, la actualidad. El saber en
este sentido se escapa de los modelos estandarizables y reproducibles; remite
siempre a una creatividad que no se puede institucionalizar en procedimientos
que la aseguren. Y esto es precisamente lo que está en juego: la consideración
del saber como una mercancía o como algo que tiene valor en sí mismo, como mera
pericia que se transmite o como juicio crítico que cada uno (cada sujeto, cada
generación) debe adquirir.”
Para nos ajudar a digerir a heterodoxia nada
melhor do que duas vinhetas de El Roto.
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